BWV 3 (Ach Gott, wie manches Herzeleid)

Traduccion del Titulo: Ah, Dios que aflicción!
Año: 1725
Movimientos: Chorus: Ach Gott, wie manches Herzeleid
Recitative and Choral (tenor, alto, soprano, bass): Wie schwerlich laßt sich Fleisch und Blut
Aria (bass): Empfind ich Höllenangst und Pein
Recitative (tenor): Es mag mir Leib und Geist verschmachten
Aria (soprano, alto duet): Wenn Sorgen auf mich dringen
Choral: Erhalt mein Herz im Glauben rein

Ocasión: 2º Domingo después de Epifanía

Musica:



Texto Original en Aleman:

1. Coro
Oboe d´amore I/II y trombón con bajos, violín I/II, viola y bajo continuo

Ach Gott, wie manches Herzeleid
Begegnet mir zu dieser Zeit!
Der schmale Weg ist trübsalvoll,
Den ich zum Himmel wandern soll.


2. Recitativo

bajo continuo

Wie schwerlich lässt sich Fleisch und Blut

Tenor:
So nur nach Irdischem und Eitlem trachtet
Und weder Gott noch Himmel achtet,

Zwingen zu dem ewigen Gut!

Alt:
Da du, o Jesu, nun mein alles bist,
Und doch mein Fleisch so widerspenstig ist.

Wo soll ich mich denn wenden hin?

Sopran:
Das Fleisch ist schwach, doch will der Geist;
So hilf du mir, der du mein Herze weißt.

Zu dir, o Jesu, steht mein Sinn.

Bass:
Wer deinem Rat und deiner Hilfe traut,
Der hat wohl nie auf falschen Grund gebaut,
Da du der ganzen Welt zum Trost gekommen,
Und unser Fleisch an dich genommen,
So rettet uns dein Sterben
Vom endlichen Verderben.
Drum schmecke doch ein gläubiges Gemüte
Des Heilands Freundlichkeit und Güte.


3. Aria

Empfind ich Höllenangst und Pein,
Doch muss beständig in dem Herzen
Ein rechter Freudenhimmel sein.
Ich darf nur Jesu Namen nennen,
Der kann auch unermessne Schmerzen
Als einen leichten Nebel trennen.

4. Recitativo

bajo continuo

Es mag mir Leib und Geist verschmachten,
Bist du, o Jesu, mein
Und ich bin dein,
Will ichs nicht achten.
Dein treuer Mund
Und dein unendlich Lieben,
Das unverändert stets geblieben,
Erhält mir noch den ersten Bund,
Der meine Brust mit Freudigkeit erfüllet
Und auch des Todes Furcht, des Grabes Schrecken stillet.
Fällt Not und Mangel gleich von allen Seiten ein,
Mein Jesus wird mein Schatz und Reichtum sein.

5. Aria Dueto

oboe d´amore I/II y violín al unísono y bajo continuo

Wenn Sorgen auf mich dringen,
Will ich in Freudigkeit
Zu meinem Jesu singen.
Mein Kreuz hilft Jesus tragen,
Drum will ich gläubig sagen:
Es dient zum besten allezeit.

6. Coral

Violín I y trompa y oboe d´amore I/II con sopranos, violín II con contraltos, viola con tenores y bajos con bajo continuo

Erhalt mein Herz im Glauben rein,
So leb und sterb ich dir allein.
Jesu, mein Trost, hör mein Begier,
O mein Heiland, wär ich bei dir.






BWV 2 (Ach Gott, vom Himmel sieh darein)

Traduccion del titulo: Ah Dios, míranos desde el cielo!
Año: 1724
Movimientos:

Chorus: Ach, Gott, vom Himmel sieh dareinRecitative (tenor): Sie lehren
eitel falsche ListAria (alto): Tilg, o Gott, die LehrenRecitative (bass): Die
Armen sind verstortAria (tenor): Durchs Feuer wird das Silber reinChoral: Das
wollst du, Gott, bewahren rein

Musica:




Texto en Aleman:

1.Coro

Ach Gott, vom Himmel sieh dareinUnd lass dich's doch erbarmen!Wie wenig sind der Heilgen dein,Verlassen sind wir Armen;Dein Wort man nicht lässt haben wahr,Der Glaub ist auch verloschen garBei allen Menschenkindern.

2.Recitativo

Sie lehren eitel falsche List,Was wider Gott und seine Wahrheit ist;Und was der eigen Witz erdenket,- O Jammer! der die Kirche schmerzlich kränket -Das muss anstatt der Bibel stehn.Der eine wählet dies, der andre das,Die törichte Vernunft ist ihr Kompass;Sie gleichen denen TotengräbernDie, ob sie zwar von außen schön,Nur Stank und Moder in sich fassenUnd lauter Unflat sehen lassen

3.Aria

Tilg, o Gott, die Lehren,So dein Wort verkehren! Wehre doch der Ketzerei Und allen Rottengeistern; Denn sie sprechen ohne Scheu: Trotz dem, der uns will meistern!

4. Recitativo

Die Armen sind verstört,Ihr seufzend Ach, ihr ängstlich KlagenBei soviel Kreuz und Not,Wodurch die Feinde fromme Seelen plagen,Dringt in das Gnadenohr des Allerhöchsten ein.Darum spricht Gott: Ich muss ihr Helfer sein!Ich hab ihr Flehn erhört,Der Hilfe Morgenrot,Der reinen Wahrheit heller SonnenscheinSoll sie mit neuer Kraft,Die Trost und Leben schafft,Erquicken und erfreun.Ich will mich ihrer Not erbarmen,Mein heilsam Wort soll sein die Kraft der Armen.

5. Aria

Durchs Feuer wird das Silber rein,Durchs Kreuz das Wort bewährt erfunden. Drum soll ein Christ zu allen Stunden Im Kreuz und Not geduldig sein.

6. Choral

Das wollst du, Gott, bewahren reinFür diesem arg'n Geschlechte;Und lass uns dir befohlen sein,Dass sichs in uns nicht flechte.Der gottlos Hauf sich umher findt,Wo solche lose Leute sindIn deinem Volk erhaben.

Las Cantatas Religiosas

La fascinación de la música religiosa en la creación de un Genio.
El término «cantata» nace en Italia hacia el siglo XVI, cuando la costumbre cada vez más difundida de que los instrumentos ejecutasen composiciones originariamente concebidas sólo para voces impuso la necesidad de una definición más precisa de los dos géneros.

Anteriormente, toda o casi toda la música era cantada y, por lo tanto, no era necesario especificar; pero cuando, con la difusión de los instrumentos, aumentaron las composiciones «para tocar» (da sonare) fue necesario precisar las que eran «para cantar» (da cantare). Así nació la palabra «sonata» para los instrumentos y «cantata» para las voces. Más adelante, el término «cantata» empezó a designar composiciones muy diversas, así como «sonata» llegó a designar una forma musical determinada.

Con las «sinfonías sacras» de H. Schütz, mediado ya el siglo XVII, nace prácticamente en Alemania el género cantata tal como lo conocemos hoy. Alumno de Gabrielli, Schütz aprovecha las enseñanzas venecianas y sabe sacar partido magistralmente de la unión de voces, solistas y coro, creando mezclas tímbricas siempre nuevas, al unir las voces con los instrumentos. De este modo, la cantata se organiza ya, con J.S. Bach, en una serie de fragmentos aislados, cada uno con su fisonomía propia, aunque ligados todos por un hilo conductor como idea principal. Bach utiliza generalmente las siguientes partes:

Coro: habitualmente elaborado contrapuntísticamente en estilo concertante con todas las voces, a veces de forma muy brillante.

Recitativo: un tipo de declamación cercano a la lengua hablada, es una especie de discurso con leves entonaciones musicales. Los suele acompañar el bajo continuo (1), generalmente el órgano, para subrayar las palabras o imágenes que requieran especial relieve y al final de cada frase. Su valor narrativo exige que sea comprendido enteramente por los oyentes.

Aria: el género melódico por excelencia, escrita para una sola voz o también para dos voces (Dueto). Está también la Gran Aria, cuando el diálogo es entre la voz solista y el coro. Aquí se admiten toda clase de virtuosismos y refleja más los sentimientos propiamente humanos de forma lírica y apasionada.

Arioso: una mezcla intermedia entre el recitativo y el aria, más melódico que aquél y menos organizado que ésta, aunque puede llegar a ser casi tan expresivo como ella. Está apoyado por uno o varios instrumentos, ya sea por medio de acordes o de figuraciones arpegiadas. Coral: aunque con todas las voces, se diferencia del coro en que la melodía es un canto monódico, armonizado en estilo homofónico y sobre ritmos sencillos, a fin de que el texto pueda ser entendido por todos los fieles, pues es la parte más importante de la cantata.

Sinfonía: aparece sólo en algunas cantatas, a modo de pequeña introducción instrumental. Lo mismo ocurre con la sonatina, cuyo más bello ejemplo lo tenemos en el primer número de la Cantata BWV 106, un preludio orquestal bellísimo en el que, con sólo dos flautas, viola de gamba, violone y bajo continuo, crea Bach uno de los fragmentos más excelsos que se puedan oir jamás (recomiendo la versión de Ton Koopman, realizada con instrumentos barrocos, que es una maravilla).

Para comprender la fascinación profunda que esta música ejercía sobre los fieles, resulta muy interesante y revelador estudiar cómo se construyen los textos del aria. La letra del coral, como ya vimos, procede directamente de los textos bíblicos; incluso se puede considerar como una traducción simplificada de las imágenes y de los conceptos expuestos en la sagrada escritura, pero de mayor eficacia, dada su forma poética de sabor popular. Es la palabra de Dios, su sabiduría, su santidad, y tiene, por consiguiente, la impersonal objetividad que caracteriza a una verdad superior e inmutable. Nada mejor, por tanto, que confiarla a la comunidad de los fieles, a un coro que, en cierto modo, canta la absoluta y excelsa superioridad del Creador.

Por el contrario, el aria para una sola voz, con diferente espíritu, se expresa con todas las sugerencias sensuales de su estilo vocal, pues también la voz del individuo puede hacerse oir para el servicio de Dios. Precisamente en la segunda mitad del siglo XVII se propagó por Alemania un movimiento religioso llamado «pietismo», que trataba de liberar al individuo del absolutismo y del rigor dogmático típico del luteranismo, reduciendo la fe a un coloquio directo con Dios sin ningún intermediario. El mismo Bach, en los años de Mülhausen, se dejó con frecuencia fascinar por el ejemplo de los pietistas y, aunque sin renunciar a su fe luterana, granítica y absoluta, supo escuchar con atención todas las auténticas voces que sonaban a su alrededor y asimiló en parte su influencia. En este clima espiritual, el exacerbado subjetivismo del Aria encontró un lógico apoyo que se reflejó también en el texto. El Aria se convirtió en un instante de reflexión, en un detenerse y meditar sobre el mensaje bíblico del Evangelio y del Coral; casi una explicación, para sí y para los demás, del mensaje divino.

La cantata era pues, en realidad, como un pequeño mundo en el que la palabra divina, la fe y la religiosidad, aparecían con una multiforme variedad de místicos sentimientos; la palabra de Jesús y de los apóstoles revivía en los recitativos, mientras que el coral lo refería todo, incluso los momentos más dramáticos de la Pasión o de la serena y sobrehumana objetividad de la Palabra revelada. En el aria estaba representado el hombre, que enfrenta su alma y su mente a las realidades divinas, expresando su esperanza, sus dudas, sus alegrías o su dolor.

Fuente: http://www.nueva-acropolis.org.ar/Las-Cantatas-Religiosas-de-J-S.512.0.html

BWV

Las siglas BWV (Bach-Werke-Verzeichnis, Catálogo de las obras de Bach en Alemán) se refieren al catálogo de las obras completas de Johann Sebastian Bach. Fue creado por el musicólogo alemán Wolfgang Schmieder (1901-1989) en 1950. Su título completo es Thematisch-systematisches Verzeichnis der musikalischen Werke von Johann Sebastian Bach (Catálogo temático sistemático de las obras de Johann Sebastian Bach), y fue publicado en Leipzig en 1950, siendo publicada en 1990 una segunda edición corregida y ampliada.

Ese catálogo sustituyó a los de la BG (Bach-Gesellschaft, Sociedad Bach) y NGB (Neue Bach.Gesellschaft, Nueva Sociedad Bach), de difícil manejo.

Por extensión, BWV es el sistema de numeración de las obras de Bach que se emplea en la actualidad. En ocasiones se menciona la serie BWV como números Schmieder, citándose S.130 en lugar de BWV 130, si bien esa práctica es minoritaria.


Notación [editar]La ordenación se suele expresar de la siguiente manera: primero el título y en su caso la tonalidad de la obra, a continuación el número, y por último, en ocasiones, el año de composición, si es que se conoce. Por ejemplo:

Misa en sol menor BWV 235 (circa 1738).
Es posible también encontrar una misma obra bajo la denominación de varios números Schmieder. Por ejemplo, El clave bien temperado (BWV 846-893).

En algunos casos suele señalarse la obra por su título en alemán seguida del número Schmieder y el número de orden de la sección dentro de la obra. Así, en la célebre cantata Herz und Mund und Tat und Leben, BWV 147 (El corazón, la boca, los hechos y la vida), el coro que cierra la segunada parte puede citarse así: Jesus bleibet meine Freude, BWV 147,10 (es decir, la décima sección del número Schmieder 147).

Puede ocurrir que Bach hubiera compuesto varias versiones de una misma obra, lo que se señala con una letra al final del número Schmieder. Por ejemplo, la cantata secular Was mir behagt, ist nur die muntre Jagd (Cantata de la caza) BWV 208, fue versionada como cantata sacra, figurando en el catálogo como BWV 208a.


Estructura del catálogo [editar]La principal virtud del catálogo BWV es que, a diferencia de otros que están ordenados cronológicamente, el de Schmieder está clasificado por tipo de obra. Hay que tener en cuenta que Bach no asignaba al tradicional número de opus a sus obras, y apenas imprimió en vida sus composiciones, lo que siempre supuso problemas de datación y atribución. También hay que tener en cuenta que sus obras cayeron en un relativo olvido, hasta que en el siglo XIX Félix Mendelssohn lo redescubrió. Tales circunstancias significaron que las obras de Bach tuvieran una clasificación problemática, que ha exigido una intensa investigación musicológica.

El catálogo BVW está estructurado de la siguiente forma:

1-200: Cantatas religiosas
201-215: Catantas profanas
216-224: Otras cantatas
225-231: Motetes
232-242 Misas
243: El Magnificat
244-247: Pasiones
248-249: Oratorios
250-438: composiciones Corales
439-524: Lieder y arias
525-771: Obras de órgano
772-994: Obras para clavecín
995-1000: Obras para laúd
1001-1013: Obras para solos instrumentales
1014-1040: Música de cámara
1041-1071: Concertos
1072-1080: Obras de contrapunto (es decir cánones y otros)
Por esta razón un número BWV menor no indica un obra cronológicamente temprana.

Biografía

Nació en Eisenach, Alemania, el 21 de marzo de 1685, formando parte de una familia turingia en la que muchos de sus miembros fueron músicos. El patriarca de esta familia fue Veit Bach, muerto en 1615 y el último de los nietos de Juan Sebastián, Wilhelm Friederich, maestro de capilla en la corte de Berlín, murió en 1846. Fueron padres de Juan Sebastián, Juan Ambrosio Bach y Elizabeth Lämberhirt; se educó en un medio familiar musical extraordinario, donde todo concurría a estimular sus poderosas facultades; célebres eran las reuniones de toda la familia Bach, en las que todos los componentes, eran relevantes músicos ya sea tocando o componiendo. Quedó huérfano de madre a los nueve años, y un año más tarde moría su padre, por lo que hubo de ir a vivir con su hermano mayor, Juan Cristóbal, que desempeñaba el cargo de organista en Ohrdruf, y con quien continuó sus estudios. Su pasión por la música era manifiesta; se cuenta que, en esta época, habiéndose rehusado su hermano a prestarle un libro que contenía piezas de Fröberger, Kerl y Pachelbel, se apoderó de él a escondidas y lo copió a la luz de la luna durante seis meses; se agrega que cuando ya había avanzado bastante en esta labor, fue descubierto por su propio hermano, quien, en un momento de ira, por la desobediencia del niño, destruyó el manuscrito llenando de desolación el corazón del pequeño Juan.

A los quince años entró en la escuela de S. Miguel, en Lüneburgo, quizás recomendado por su maestro Elías Herder, y en atención a su dedicación a la música y asu excepcional voz de soprano en este lugar permaneció ters años, llegando a desempeñar el cargo de "Prefecto de los niños del Coro", y teniendo en ocasiones, oportunidad de actuar no solamente como organista, sino como director del propio coro. A los dieciocho años ocupó un puesto como violinista en la orquesta del conde Juan Ernesto de Weimar, donde permaneció algunos meses.

En 1703 pasó como maestro de capilla a Arnstadt, donde tuvo tiempo suficiente para dedicarse al órgano y a la composición. Estando en este lugar hizo el viaje a Lübeck para oír al gran organista Buxtehude, pidiendo, para tal fin, cuatro semanas de permiso, que se convirtieron en tres meses: por este comportamiento recibió una reprimenda del Consistorio Condal, (de la que se conserva el acta correspondiente), a la cual contestó que "estuvo en Lübeck para imponerse allí de diversas cuestiones relacionadas con su arte... ". En el mismo documento se le llama la atención por no querer atender el "Coro de Niños", ocupación a la cual se revelaría toda su vida.

En 1707, se trasladó a Mulhausen, como organista de la iglesia de S. Blas, tomando posesión el 15 de junio. El 17 de octubre del mismo año contrajo matrimonio con su prima María Bárbara Bach. En 1708 vuelve a Weimar como organista y músico de cámara del dque reinante. Su estancia se prolonga hasta 1717. En esta etapa de su vida el repertorio del órgano y de diversos instrumentos reciben la magistral aportación de J.S. Bach: entre las composiciones de este período figuran la "Tocata y fuga en re menor" y la monumental "Pasacalle en do menor".

Uno de los más importantes acontecimientos ocurridos en esta época fue su "tournée" artística a Dresde en 171: se hallaba allí el notable organista Jean Luis Marchand, (1669-1732) quien no solamente exaltaba la superioridad del arte francés, sino que, además, se proclamaba a sí mismo como el mejor organista, añadiendo que no había en toda Alemania quien pudiese comparársele.
Entre los músicos de Dresde había varios que conocían a Bach, (uno de ellos Jean Baptiste Volumier), quienes le invitaron para competir con Marchand. Aceptó, y después de oír, secretamente, al organista francés, lo desafió por escrito para efectuar un concurso, que consistiría en desarrollar un tema, dado por el oponente en el mismo momento en que se efectuase el acto. Señalado el jurado, el lugar, (la casa del primer ministro Flemming) y la fecha (desafortunadamente perdida), Bach se presentó puntualmente a la hora convenida, pero esperó puntualmente a su rival: Marchand se ausentó de la ciudad en la mañana de ese mismo día, por la posta ligera, dando así, implícitamente, la victoria al maestro alemán, quien recibió de los asistentes no solamente felicitaciones, sino innumerables consideraciones que llevaron su fama por distintos países. Pero el príncipe de Weimar, Wilhelm Ernest, permaneció indiferente al triunfo de su músico: veamos como lo recompensó.

En 1714 había sido designado Bach violín concertista de la orquesta, y con este carácter substituía al director titular, Samuel Drese: esta circunstancia le hizo concebir esperanzas, cuando murió este maestro, de que sería nombrado para sucederle en el puesto; y al no haber sucedido así manifestó su disgusto en forma tan ostensible y destemplada, que fue a dar a la cárcel, arrestado por cuatro semanas. Al ser puesto en libertad presentó su dimisión. En 1717 fue a Cöthen, donde entró al servicio del príncipe Anhalt, quien le confió la dirección de su orquesta. Se inauguró para Juan Sebastián una de las etapas más felices de su vida, gozando de grandes consideraciones y estimación: aquí escribió la primera parte del "Clavecín bien temperado", los "Conciertos de Brandeburgo", música de cámara y obras que tituló "Sonatas", para violín, flauta, viola de gamba, etc., que llegan al límite de las posibilidades técnicas de los instrumentos.

En 1720, mientras acompañaba al príncipe en Carlsbad, murió su esposa, que fue enterrada el 7 de julio. Bach recibió con dolorosa entereza la noticia de la muerte de su mujer, que era "apacible, tranquila y dulce, adornada por dotes musicales suficientes para comprender la obra de su esposo, y ofrecerle, de puertas adentro, un hogar honrado y virtuoso". Sin embargo, al año siguiente contrajo nuevas nupcias con Ana Magdalena Wülken, efectuándose la ceremonia en el hogar del maestro el 3 de diciembre de 1721. La forma en que se conocieron se encerró dentro de las siguientes circunstancias: Bach había ido a Hamburgo a escuchar, una vez más, al organista Reinken, quien después de oírlo improvisar le dijo: "Creía que este arte había muerto ya, pero veo que sigue viviendo en vos".

Durante su estancia en esta ciudad conoció a Ana Magdalena: ella misma lo relata en su "Pequeña Crónica", que ha sido calificada como "un canto de amor al hogar". Dice así:

"En el invierno de 1720 acompañe a mi padre a Hamburgo... Al día siguiente de mi llegada, mi tía me llevó de compras por la ciudad y, a la vuelta, al pasar frente al templo, se me ocurrió la idea de conocerlo. Empujé la puerta y tales sonidos maravillosos escuché difundirse por el aire, que me parecieron arrancados por algún arcángel. Deslíceme en silencio hasta el interior y me quedé inmóvil. Miraba hacia el órgano situado sobre la galería del oeste; subían hacia la bóveda los enormes tubos, pero no podía ver al organista. No sé cuánto tiempo permanecí de ese modo en la iglesia vacía, toda oídos, cual si hubiera echado raíces en las baldosas. En la embriaguez de aquella música perdí por completo la sensación de las horas. Cuando, tras haber estremecido el espacio con una serie de radiantes acordes, la melodía cesó, súbitamente, yo permanecía aún de pie, estupefacta, como si los truenos que brotaban de las galerías mágicas debieran seguir vibrando todavía. Entonces el organista, Sebastián en persona, apareció en la tribuna y se acercó a la baranda; yo tenía aún los ojos alzados cuando él me vio. Le miré un instante, demasiado asustada por su repentina aparición, para hacer un movimiento. Tras un concierto semejante, más que a un hombre, esperaba contemplar a S. Jorge mismo. Me eché a templar, cogí mi capa, caída al suelo y presa del incontenible pánico, me precipité fuera de la iglesia..." "La figura de Juan Sebastián Bach era extraordinaria: aún cuando no era demasiado alto, sigue diciendo Ana Magdalena, daba la impresión de ser muy grande, grueso, ancho y fuerte como una roca. Rodeado de otros hombres, parecía, físicamente, más considerable, aún cuando solamente su corazón y su espíritu fueran más grandes y poderosos que los demás. Era grave y calmado, pero estando cerca de él, se sentía que sobrepasaba a todos en calidad espiritual y humana"

En 1723, Bach parte para Leipzig a tomar posesión del puesto que ocuparía hasta su muerte: "Cantor de la iglesia de Santo Tomás y director de la música de la Universidad". Cumpliendo rigurosamente con los deberes que tenía encomendados, encontró la manera de hacer algunos viajes, entre ellos el que emprendió a la corte de Federico el Grande, llegando a Potsdam el 7 de mayo de 1747, acompañado de su hijo Emmanuel. Se cuenta que cuando el monarca fue enterrado de que había llegado, voliéndose a los músicos de su orquesta, dijo con cierto tono de impaciencia: "Señores: el viejo Bach acaba de llegar". Y dio las órdenes para que el gran maestro se presentara inmediatamente en palacio. Al llegar dijo: "señores: ponéos de pie, que el gran Bach está entre nosotros". En los últimos años de su vida, Bach padeció una enfermedad de los ojos que empeoró hasta dejarlo completamente ciego. Su muerte ocurrió el martes 29 de julio de 1750, alas ocho y cuarto de la noche.


Los detalles nos son revelados por la propia Ana Magdalena. Dice: "Había puesto música, en su lecho de muerte, al coral "Estoy ante tu trono", (dictado a su hijo político Cristián), y cuando terminó dijo: -"Será la última música que componga en este mundo... ...Miré el rosto de Sebastián, apoyado en la almohada, luego el manuscrito de su último canto... Por fin me llamó: -"¡Magdalena querida, ven, acércate...!" Sobrecogida por el extraño templor de su voz me volví... Había abierto los ojos. Me miraba, me veía. Sus ojos apretados por los sufrimientos se abrían con un brillo doloroso. La recuperación de la vista, pocos instantes antes de la muerte, fue el último don de dios a mi marido. Vio una vez más el sol, a sus hijos, a mi misma, vio a su nieto que Isabel le presentaba y que llevaría su nombre.

Le mostré una bella rosa roja y su mirada se clavó en ella.

- "Hay cosas mejores allá, Magdalena, colores más hermosos, músicas que ni tú ni yo hemos oído jamás..." Pronto vimos que el fin se aproximaba. -"Quiero oír un poco de música", -dijo... Dios me insipiró y escogí un coral "Todos los hombres deben morir"... Los demás se unieron hasta completar las cuatro partes. Mientras cantábamos, una gran paz descendía sobre el rostro de Sebastián, libre ya de las miserias del mundo!.

Juan Sebastián Bach confirma la frase que dice: "El verdadero hombre jamás deja de aspirar a metas superiores y de desarrollarse mientras viva". Fue un ejemplo de aspiración sublime, cumpliendo estrictamente con las obligaciones que contraía; cuando faltaba a sus compromisos era para elevarse sobre la opinion corriente y dar oídos a su impulso de genio. Dotado de un sano juicio amó a sus esposas con verdader fidelidad, enraizó en su hogar como un gran patriarca: de sus dos mujeres tuvo veinte hijos, de los cuales solamente diez, seis hombres y cuatro mujeres, le sobrevivieron. Amó la libertad y la integridad personal. Kitell dijo de él: "Era un hombre de gran bondad". Como maestro fue ejemplar: observando a sus alumnos componía para ellos lo que les hacía falta.


Detestaba, en cambio, a los flojos, incumplidos, léperos y tramposos; más de una vez, al perder el juicio con ellos, se quitó la peluca que su cargo le obligaba a usar, para "Batir con ella a esos pillos". Como músico no tiene compañero: "Es el más grande que ha producido la humanidad". En todos los géneros que cultivó dejó modelos que permanecen insuperados hasta ahora. En todos los necargos y puestos que desempeño encontró un motivo para componer obras geniales; podía aplicársele el atributo de Midas: "Convertía en oro cuanto tocaba".

Doscientos doce años despues de su muerte todos reconocen que no hay arte superior al suyo, proclamado por su elevación, por su fecundidad, por su perfección absoluta, por su inmensidad aérea; se le proclama como el mayor de los artistas de todos los tiempos. Su obra comprende más de cincuenta volúmenes. La palabra Bach, en alemán, significa arroyo.

Pero se ha dicho de Juan Sebastián: "No era un arroyo, es el océano completo de la música". Por eso todos los músicos le han rendido tributo de admiración y van a su música como se acude al manantial más inagotable de la más prístina pureza y de la más saludable aspiración. Phillip Spitta dijo de él: "Ya jamás podrán caer de nuevo en el olvido ni el nombre ni la obra de Juan Sebastián Bach, dondequiera que viva el espíritu de la música".

Tomado de Guillermo Orta Velázquez,
"100 Biografías en la Historia de la Música",
Ed. Joaquín Porrúa, 1962...